Sonidos de la montaña y la fe: la banda sonora de Cristina Vive
- Andrés Navarro - Navas

- 10 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 10 mar
La música no es solo un acompañamiento en Cristina Vive , es el alma misma de la historia. Cada sonido, cada melodía y cada acorde cumplen un propósito: no solo dar vida a un documental que reconstruya los hechos históricos y honre la memoria de Cristina Bautista, sino también ser un puente para transitar el duelo, sostener la memoria y darle voz a la ausencia.
En los rituales de la siembra en la comunidad NASA, la música guía el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los espíritus. En la comunidad cristiana, los himnos y cánticos acompañan el hasta luego con la certeza de un reencuentro. En ambos casos, la música nos envuelve, nos sostiene y nos ayuda a seguir caminando. Se convierte en un lenguaje sagrado que une cosmovisiones, una herramienta para resignificar el dolor y transformar la ausencia en presencia.
Por eso, en esta película, la música no es un simple fondo sonoro: es un proceso vivo, entretejido en colectivo, entre todos y con todos, mientras recorríamos los caminos de resistencia y lucha que Cristina lideró y con otros que ella seguro simpatiza y apoyaria sin dudarlo.
La banda sonora de Cristina Vive es especial porque nace de su historia y de su comunidad. No podíamos contarla sin la música de Hammer Benites, un amigo de Cristina a quien conoció en la Universidad del Valle durante un evento de Misión Juvenil . Allí fue también donde yo la conocí. Entre encuentros en universidades de Cali, iglesias y actividades en Tacueyó, forjamos una amistad que se fortaleció en la acción y la palabra. La música cristiana de Hammer representa una parte fundamental de la vida de Cristina: su fe, su liderazgo y su convicción en la transformación desde el amor y la comunidad.
Pero Cristina también fue gobernadora NASA y líder política, y esa dimensión se ve reflejada en Memnxi Kiwe , un grupo de mujeres NASA cuya música brota de la montaña y de la lucha colectiva. Dos sonidos distintos, pero entrelazados en una misma narrativa: la historia de Cristina Bautista.
Porque Cristina Vive es un entretejer entre dos mundos: la fe cristiana y la espiritualidad ancestral. Y si algo nos enseñó Cristina, es que construir puentes en medio de las diferencias no solo es posible, sino necesario. No es solo un acto político; es un acto de fe, de amor y de compromiso con la vida.
Por eso, en esta historia, la música no solo suena. La música vincula. La música habla. La música es, en sí misma, un mensaje de resistencia y sanación, un llamado a todas las comunidades—sin importar su origen—a encontrarse, a escucharse y caminar juntas.
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9"
Cristina es el reflejo de todos aquellos que han buscado la paz y la justicia para sus comunidades y que, por ello, han sido silenciados. Pero la música no deja que el silencio gane. La música quiere abrazar a los padres, madres, hijos, hijas, amigos y comunidades que aún no han tenido tiempo de hacer su duelo o que apenas empiezan a caminarlo. La música, como la memoria, nos recuerda que la lucha no termina con la ausencia sino que resignificar es un acto de valor que nos une por el bien común.


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